El
ser humano nunca es realmente auténtico.
A
pesar del esfuerzo incansable de ser original, siempre
habrá alguien que ejerza influencia sobre él.
Siempre
habrá algo que le indique la pauta.
A
esa persona que influye sobre mí, le dedico este poema de Andrés Eloy Blanco.
A
esa persona, quien me lo enseñó desde pequeña para que con él marcara mi pauta.
A
continuación, Coloquio bajo la palma.
Lo
que hay que ser es mejor,
y
no decir que se es bueno,
ni
que se es malo,
lo
que hay que hacer es amar
lo
libre en el ser humano,
lo
que hay que hacer es saber,
alumbrarse
ojos y manos
y
corazón y cabeza,
y
después ir alumbrando.
Lo
que hay que hacer es dar más
sin
decir lo que se ha dado,
lo
que hay que dar es un modo
de
no tener demasiado,
y
un modo de que otros tengan
su
modo de tener algo.
Trabajo
es lo que hay que dar,
y
su valor al trabajo.
Y
al que trabaja en la fábrica.
Y
al que trabaja en el campo.
Y
al que trabaja en la mina.
Y
al que trabaja en el barco.
Lo
que hay que dar es todo,
luz
y sangre, voz y manos,
y
la paz y la alegría
que
han de tener aquí abajo,
que
para las de allá arriba
no
hay que apurarse tanto,
si
ha de ser disposición
de
Dios para el hombre honrado
darle
tierra al darlo a luz,
darle
luz al enterrarlo.
Por
eso quiero, hijo mío,
que
te des a tus hermanos,
que
para su bien pelees
y
nunca te estés aislado;
bruto
y amado del mundo
te
prefiero a solo y sabio.
A
Dios, que me dé tormentos,
a
Dios que me dé quebrantos,
pero
que no me dé un hijo
de
corazón solitario.
Andrés
Eloy Blanco (1896-1955)
Te amo Gema Soto, gracias por influir.
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